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domingo, junio 20, 2010

Naipes en el Arte - Van Ostade



Adriaen van Ostade (1610 - 1685)







Interior de una taberna

Van Ostade se especializó en escenas de género, en un estilo vivo y vigoroso, lleno de sutiles efectos de luces y sombras. Es conocido sobre todo por sus escenas de taberna, que recuerdan un poco el mundo de Brueghel.[1] Aparecen en sus obras campesinos bebiendo y fumando, músicos ambulantes, fiestas campesinas y pintorescos personajes de los pueblos. Se trata de una temática cercana a la de sus contemporáneos, David Teniers el Joven y Adriaen Brouwer. La diferencia entre Teniers y Ostade radica en la diferente condición de las clases campesinas entre Brabante Septentrional y Holanda y en la atmósfera y los alojamientos propios de cada región. Brabante tiene más sol y comodidad; Teniers, por lo tanto, es plateado y brillante, y las figuras de sus cuadros son bellos ejemplares de su cultura. Holanda, en los alrededores de Haarlem, parece haber padecido grandemente la guerra; el aire es húmedo y brumoso, y las personas que Ostade pinta son bajas y desfavorecidas, marcadas con el sello de la adversidad, tanto en sus rasgos como en sus ropajes.
Brouwer, que pintó a los campesinos holandeses en sus pasiones y entretenimientos, estaba más cercano al estilo de Frans Hals, pero son obras del mismo tipo que las de Ostade.
Realizó 50 grabados sobre la vida campesina, más como afición que con fines comerciales, pues él apenas imprimió ejemplares de ellos. Las planchas serían difundidas mediante abundantes ediciones en los dos siglos siguientes.

Sus primeras obras están repletas de personajes pendencieros y obscenos, pintados con cierta rapidez en espacios oscuros. Ostade tendió a la misma exageración y agitación que Brouwer, aunque se distinguiera de su rival gracias a un uso más general de la luz y la sombra, especialmente, una mayor concentración de luz en una superficie pequeña, en contraste con una mayor expansión de penumbra. La crudeza de sus cuadros le hicieron llegar incluso a la caricatura. La grandeza de Ostade reside en cuán a menudo capta el lado poético de la clase campesina, a pesar de su vulgaridad. Iluminó con la luz mágica de un brillo solar sus bastos deportes, sus peleas, incluso las modalidades más tranquilas de entretenimiento y cubrió sus ruinosas cabañas con una alegre vegetación.

Alrededor de 1638 o 1640, la influencia de Rembrandt hizo que su estilo cambiara rápidamente, con escenas de tono más cálido y locales más decentes. Aparecen escenas al aire libre y retratos costumbristas. Pintó la Anunciación del Museo de Brunswick: ángeles, apareciendo en el cielo a los bárbaros holandeses medio dormidos en medio de su ganado, ovejas, y perros en frente de una cabaña, recuerdan a un tema similar de Rembrandt, quien efectivamente iluminó los grupos principales mediante rayos lanzados a la tierra desde un cielo tenebroso. Ostade, sin embargo, no consiguió aquí dar una fuerza y expresión dramáticas; sus pastores carecen de emoción, sin las cualidades que por lo general hacen atractivos a sus temas habituales.


En 1642 pintó un cuadro que se conserva en el Louvre, que se creyó erróneamente un retrato del pintor y su familia. Hay una madre que atiende a su hijo, que está en la cuna. Su marido se sienta cerca, junto a una gran chimenea. Es una vivienda rural en tinieblas, levemente iluminada por un rayo de sol. Podría pensarse que el pintor intentó representar una Natividad; pero no hay nada santo en los alrededores, nada atractivo, de hecho, excepto la maravillosa transparencia rembrandtesca, el tono marronáceo, y el admirable detallismo. Ostade estaba más cómodo con un efecto similar aplicado al incidente común de la Matanza del cerdo, una de las obras maestras de 1643, y que en el pasado estuvo en la colección Gsell de Viena.

Esta tendencia se intensificó hacia el año 1650, de manera que en su producción posterior muestra escenas más refinadas: interiores más detallados y menos personajes, vistos más de cerca.

En otras obras de años anteriores y posteriores, regresó a temas que le eran familiares, en los que su poder de observación le hacían un maestro. No parece haber vuelto a ilustraciones de los evangelios hasta 1667, cuando produjo una admirable Natividad que sólo se ve superada en composición y colorido por la obra de Rembrandt La familia del carpintero del Louvre, o el Carpintero con hijos, en la galería de Cassel. Casi innumerables son los temas más familiares a los que dedicó su pincel durante este intervalo: desde pequeñas figuras individuales, representando a fumadores o bebedores, hasta alegorías de los cinco sentidos (Museo del Hermitage y galería de Brunswick), retratos de medio cuerpo de pescaderos y panaderos, luchas campesinas, escenas de juego, jugadores itinerantes y curanderos, y jugadores de bolos al aire libre.

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