Bartolomeo Manfredi ( 1582 - 1622)
El cuarto de la guardia, óleo sobre lienzo, 169 x 239 cm, Gemäldegalerie Alte Meister, Dresde.
Manfredi nació en Ostiano, cerca de Cremona. Pudo haber sido un alumno de Caravaggio en Roma — en su famoso juicio por libelo en 1603 Caravaggio mencionó que un tal Bartolomeo, acusado de distribuir poemas injuriosos atacando al detestado rival de Caravaggio Baglione, había sido un criado suyo. Ciertamente el Bartolomeo Manfredi conocido por la Historia del Arte era un seguidor muy cercano del innovador estilo de Caravaggio, con su marcado claroscuro y su insistencia en el naturalismo, con un talento para narrar la historia a través de la expresión y el lenguaje corporal.
Caravaggio en su breve carrera — fue lanzado a la fama en 1600, exiliado de Roma en 1606, y muerto para el año — tuvo un profundo efecto en la generación más joven de artistas, particularmente en Roma y Nápoles. Y de estos caravagistas (seguidores de Caravaggio), Manfredi parece haber sido el más influyente a la hora de transmitir el legado de su maestro a la siguiente generación, particularmente con pintores de Francia y los Países Bajos que acudieron a Italia. Desafortunadamente, no quedan obras documentadas y firmadas por Manfredi, y varias de las cuarenta obras que hoy se le atribuyen se creyó antes que eran de Caravaggio. La distinción seria entre Caravaggio y Manfredi ha puesto en evidencia que fue más bien Manfredi, y no su maestro, el principal responsable de la popularización de la pintura de género de los bajos fondos entre la segunda generación de caravagistas.
Manfredi fue un artista con éxito, capaz de mantener a su propio criado antes de alcanzar los treinta años de edad, «un hombre de apariencia distinguida y comportamiento refinado», según su biógrafo Giulio Mancini, aunque escasamente sociable. Construyó su carrera alrededor de pinturas de caballete para clientes privados, pero sus obras fueron ampliamente coleccionadas en el siglo XVII, y era considerado el igual de Caravaggio, o incluso superior. Su Marte regañando a Cupido ofrece una tentadora pista sobre un Caravaggio perdido: el maestro prometió una pintura sobre este tema a Mancini, pero otro de los patrones de Caravaggio, el cardenal Francesco María Del Monte, se lo llevó, y Mancini entonces encargó a Manfredi que le pintara otro para él, que se consideró la mejor obra de Manfredi.
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