A veces, perder a las cartas, salva vidas.
El coronel Nicolás Dávila ( 1786 - 1876 ) había combatido heroicamente en la defensa de la actual provincia argentina de La Rioja. Aunque fue en vano, ya que el General Nazario Benavídez ( 1805 - 1858 ), bajo las órdenes de Juan Manuel de Rosas, lo vence y toma prisionero junto a dos de sus hijos.
La bien ganada fama de sanguinario del General Benvídez, hacía suponer que a sus prisioneros les estaba echada la más funesta de las suertes y que prontamente serían degollados.
En la noche, las tropas triunfantes habían acampado en Sañogasta. Una vez terminados los aprestos del campamento, el General Benavídez mandó a llamar al Coronel Dávila, su prisionero, para jugar una partida de naipes.
El coronel aceptó.
Más tarde, después de varias horas de juego y ya de regreso a la tienda que le servía de prisión, le contaría a su hijo Cesáreo: -
-¿Sabés que me ha invitado a jugar cartas el general?
-¿Y usted qué ha hecho, Tata ?
-He jugado y he perdido seiscientos bolivianos.
-Ha hecho usted muy mal, tata -exclamó Cesáreo, preocupado-, ¿con qué pagamos ahora esta deuda?
-No seas tonto, m'hijo -repuso sonriendo el coronel-, me he dejado ganar para que este bárbaro, con la esperanza de cobrar, nos respete y no nos degüelle en el camino.
Esta partida, o mejor dicho, haberla perdido, salvó la vida del Coronel Dávila.